domingo, 14 de noviembre de 2010

VARGAS LLOSA Y ZAVALA CATAÑO EN CUESTION


Vargas Llosa y Zavala Cataño en cuestión
La delgada línea entre la libertad y el compromiso
Julio Yovera B.
Al escritor y artista marxista se le pide coherencia entre su palabra y su prédica. El mismo la asume de manera consciente. A los no marxistas de origen y a los no marxistas de huída, los cuestionamos y los juzgamos. Es nuestro derecho. Sin embargo, el juicio de valor que la historia les hace, tiene en cuenta su obra y no su vida. 
Octavio Paz (1914-1998), el Nobel de literatura de 1993, ha trascendido no porque alguna vez dijera que sus no pocos años dedicados a la lucha por los ideas revolucionarios los percibía inútiles. La historia no lo recuerda ni lo concibe trascedente por su postura ideológica o política, sino por su incuestionable genialidad para hacer con sus palabras un reino de belleza.
Una pequeña muestra de lo que decimos:

“Y un pájaro cantó, delgada flecha.
Pecho de plata herido vibró el cielo,
se movieron las hojas,
las yerbas despertaron...
Y sentí que la muerte era una flecha
que no se sabe quién dispara
y en un abrir los ojos nos morimos.”

Lo mismo aconteció con Jorge Borges (1889-1986), el magnífico cuentista argentino, autor de Ficciones, El Aleph, entre muchas obras más, quien ingresó a la inmortalidad antes de morirse y que se le negó sistemáticamente el derecho de saberse elegido del Parnaso suizo. Su obra la estimamos brillante, no porque se definiera de derecha y hasta partidario de dictaduras sanguinarias como la del  carnicero Videla, sino porque todos sus lectores de todas las altitudes, lo consideramos un exquisito matemático, que convirtió la literatura en teorema.
Nos gustaría que los artistas fueran hombres que abracen los ideales de lucha por la inmensa humanidad, pero el alma humana no es lineal. Si el espíritu del hombre, de por sí es complejo, el del artista es un laberinto creador, Y así como no pocos artistas son ajenos al drama humano y hasta reaccionarios, hay, para orgullo nuestro, muchos que se incorporan a los sueños de los desheredados de la tierra.
Uno de ellos fue Nazim Hikmet (1902-1963), el poeta comunista turco, que desde la cárcel, no dejó de cantar a su esperanza y su partido. El es un ejemplo de coherencia entre vida y obra. Los marxistas y los que no lo son tienen derecho a beber su poesía a manos llenas, pero solo los marxistas –esa es su gloria - tienen el derecho de exhibir su militancia como un emblema. Leámoslo:  

“Hermanos,
Los de Europa, los de Asia, los de América:
Yo no estoy en prisión ni en huelga de hambre.
Me he tendido en el césped, esta noche de mayo,
Y los ojos de ustedes me miran de muy cerca,
lucientes como estrellas,
En tanto que sus manos
son una sola mano estrechando la mía,
como la de mi madre,
como la de mi amada,
como la de mi vida.”
(El quinto día de una huelga de hambre)


César Vallejo (1892-1938), el escritor comunista del Perú, fue un brillante creador y un consecuente revolucionario. Desde sus años juveniles conoció el desprecio de los poderosos y sus mediocres críticos, supo de la cárcel, del destierro. Francia,  la cuna de la libertad, lo expulsó acusándolo de ser “un indeseable”, y sin embargo, no se amilanó el hombre, no se doblegó el militante.  Su poesía  debe ser leída y escuchada por los  marxistas y los no marxistas. No debemos permitir que los comerciantes de la educación, como el clan Acuña Peralta, trafiquen con su nombre y pretendan convertirlo en un poeta dulzón y provinciano. Apreciémoslo:

“¡Cuídate, España, de tu propia España!
¡Cuídate de la hoz sin el martillo,
cuídate del martillo sin la hoz!
¡Cuídate de la víctima apesar suyo,
del verdugo apesar suyo
y del indiferente apesar suyo!
¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,
negárate tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaberas!
¡Cuídate de los nuevos poderosos!
¡Cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡Cuídate del leal ciento por ciento!
¡Cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡Cuídate de los que te aman!
¡Cuídate de tus héroes!
¡Cuídate de tus muertos!
¡Cuídate de la República!
¡Cuídate del futuro!…”
(Poema XIV, España, aparta de mí este cáliz)


También existen escritores que empezaron cobijados en la derecha, y hastiados de la sociedad burguesa de su tiempo, devinieron revolucionarios. Nos viene a la mente el ejemplo de Víctor Hugo (1802-1885), que si bien no se incorporó a la Comuna (el primer esfuerzo por forjar un Estado de trabajadores) cuestionó la vocación expoliadora de la burguesía y la hipocresía del alto claro. La obra de Víctor Hugo, en particular Los Miserables, será una lectura obligada de los buenos lectores contumaces y hasta de los estudiantes responsables de la carrera de sociología.
¿Cómo valoró José Carlos Mariátegui al artista? No lo haízo en función de su militancia política, sino de su obra. José María Eguren es el poeta menos “social” de los poetas “puros”, y, sin embargo, el Amauta lo saludó como un poeta extraordinario, y, por eso mismo, lo difundió con pasión en su Revista Amauta.
Podemos negar la calidad literaria de Mario Vargas Llosa porque no es marxista? ¿Podemos negar la historia y juzgar políticamente la obra artística de Víctor Zavala Cataño?
No compartimos el pensamiento neoliberal de Mario Vargas Llosa, que destila odio cuando de juzgar a los marxistas e izquierdistas se trata. Su “investigación” periodística hecha sobre el recién desaparecido Néstor Kirchner (1950-2010) es un ofertorio de la mala fe al alatar de la estupidez (Semanario Hildebrandt en sus trece).
Mario Vargas Llosa
No compartimos el pensamiento fundamentalista de Víctor Zavala Cataño, que se alineó con la llamada quinta espada, que no era en absoluto el desarrollo del marxismo, sino su negación.
Me siento identificado con el pensamiento de Ernesto Toledo, no porque a ambos nos expulsaron de la cátedra, sino porque su juicIo, a mi modo de ver, es correcto.
Si el postulado: “análisis concreto de la situación concreta” no fuera solo un cliché, sino un método de análisis estaríamos premunidos para superar los mecanicismos de todas las taxonomías (incluidas las de Bloom).
Por lo demás, en un predio que no debate estos temas, hacerlo no es una provocación, sino una seria intención de  echar abajo el muro que separa política y cultura.

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