miércoles, 22 de agosto de 2012

MORBO MEDIATICO POSMODERNO

Autor: Dr. Martín Nizama-Valladolid*

La noticia cotidiana en el quehacer mediático posmoderno se ha pervertido. Ha sido banalizada y se encuentra  atrapada por el amarillaje mercantilista.  Los programas noticiosos se ejercen al margen de la función esencial de la prensa: objetividad, imparcialidad, información y ética. Con algunas excepciones, los medios de comunicación social han sacralizado el morbo noticioso, entendido como el placer enfermizo que sienten sus cultores por el sufrimiento del prójimo caído en desgracia, lo cual es convertido en noticia de impacto social.

Las probables causas de esta insaciable apetencia mediática, hedonística y morbosa, pueden ser la codicia del rating, la voracidad el mercado salvaje, la competencia desleal, la banalidad y la cultura tanática. Los cultores de esta especie de canibalismo mediático, internalizan en el inconsciente colectivo la cultura tanática, el desprecio por la vida y la dignidad humana.

Cotidianamente los medios televisivos, radiales, escritos y cibernéticos propalan y repiten compulsivamente noticias sangrientas, patéticas y espeluznantes de tragedias humanas, las mismas que progresivamente insensibilizan al público consumidor de los programas noticiosos. No pocos medios se esfuerzan en presentar el lado más macabro y escalofriante de la noticia. Pareciera que a los productores de noticias les importara poco o nada la sensibilidad, la compasión y la empatía. Escudados en la libertad de prensa demuestran una especie de adicción al morbo mediático, abusando de la pobre capacidad del público de ofenderse ante sus bodrios noticiosos.

Cuando propalan actos criminales, delictivos, violentos y terroristas, estos medios suelen centrar el foco de la noticia en el malhechor, convirtiéndolo en personaje famoso; mientras que las víctimas sólo merecen un mezquino  segundo plano. Los noticieros repiten con sadismo repulsivo las notas más desgarradoras en los diferentes horarios: matutino, de mediodía, vespertino y nocturno, hasta hartar al público o maleducarlo con ese tipo de prensa amarilla. Por eso, los malhechores buscan ganar prensa mediante la comisión de sus fechorías para “ranquearse”,  tal como sucede con muchos de los hampones que salen libres de las cárceles, quienes lo primero que hacen es mostrar a sus víctimas  las horripilantes cicatrices en el cuerpo, para notificarlos que son “ranqueados caneros” en las malas artes delictivas y criminales, intimidándolos, paralizándolos y sometiéndolos a sus fines protervos.

Los medios al perpetrar su atentado contra la sensibilidad del público consumidor de noticias, lo hacen avasallando la inocencia de los niños, estimulando la conducta impulsiva de los jóvenes, ignorando el pudor de los adultos y la respetabilidad de los adultos mayores. No respetan ni los horarios familiares ni los horarios infantiles. De ahí que muchas personas inmaduras o anormales emulan a los malhechores famosos. Al experimentar admiración y adherencia por ellos, se sienten motivados a repetir sus actos criminales y bestiales.

Así, de manera anética, la prensa noticiosa contribuye poderosamente a incrementar el espiral de violencia,   al estimular la emulación en cadena.   P.e.   difunden  de  manera  desembozada suicidios de niños y adolescentes, filicidios, el bullying, el accionar de las barras bravas, las pandillas, los actos letales del crimen organizado, las secuelas de las adicciones, la violencia callejera, la violencia familiar y el maltrato a la mujer, entre otros hechos reprobables. A menudo,  esta prensa muestra de manera descarnada las imágenes más abominables de los descuartizamientos, degollamientos, cadáveres quemados, electrocutados, ahogados o atropellados, sin recato ni respeto a la dignidad del ser humano muerto o caído en desgracia. En su labor macabra los reporteros llegan al extremo de abordar a los atribulados familiares impactados por la noticia de la pérdida o desgarramiento de un ser querido, preguntándole a boca de jarro ¿Qué siente?, demostrando así un irrespeto extremo por el dolor humano. ¿Acaso se han extinguido los valores éticos de la prensa noticiosa? Con frecuencia, en el escenario de esta prensa amarilla se observa una competencia mercantilista por mostrar la imagen más patética de la víctima agonizante, asesinada o descuartizada. No se respeta ni siquiera la intimidad del sufrimiento de la víctima ni la de sus familiares, a quienes suelen acosar con preguntas repulsivas, inspiradas en la cultura tanática.

El contexto en el cual se desarrolla esta prensa es la posmodernidad, sociedad materialista, tecnológica y del conocimiento, regida principalmente por los antivalores y el mercado salvaje, centrada en el individualismo extremo y ya no en la familia, antiguamente, célula básica de la sociedad. Sociedad posmoderna en la cual la familia natural (del amor) se encuentra en franco proceso de extinción, la familia asistencial (proveedora) en apogeo y en franca emergencia la familia cyborg (robótica).  El marketing es el impulsor anético de la prensa noticiosa, en desmedro de la sensibilidad, la dignidad y el respeto por la vida humana. Esta prensa banaliza la vida, al extremo que mucha gente ya piensa que “la vida no vale nada”.  “Poderoso caballero es don dinero”, sentenció Francisco de Quevedo y Villegas; en efecto, el dinero es el leitmotiv del quehacer cotidiano de las personas en la sociedad posmoderna. Por dinero mucha gente es capaz de corromperse, denigrarse, traicionar o asesinar sin escrúpulo alguno.

Paradójicamente, en la posmodernidad, sociedad de la prosperidad  y del confort, se viene produciendo una acelerada la extinción de la cultura, proceso involutivo en el cual la gente ha abandonado masivamente la lectura y el interés por las artes, pegándose a los equipos electrónicos y a la Internet, sin  crítica ni autocrítica. De modo que la tecnología de la conectividad viene extinguiendo a la familia natural y deshumanizando a la sociedad, convirtiendo a los individuos en esclavos: “hongos tecnológicos” u “hongos electrónicos”. Sin familia, no hay educación ni humanidad. Sin humanidad no hay sensibilidad ni respeto por la vida.

¿QUÉ HACER?
La sociedad posmoderna debe protegerse de la deshumanización masiva debido al impacto social disruptivo de la  tecnológica de la conectividad y de sus secuelas; una de ellas, el canibalismo noticioso, comenzando por condenar orgánicamente esta prensa y apagar los programas mediáticos centrados en el morbo noticioso.  Así, los medios se verán obligados a ejercer la autocrítica, la autocensura y la autorregulación, produciendo a la vez programas noticiosos con respeto irrestricto a los valores humanos y a ejercer con dignidad la libertad de prensa.

Lima, 19 de agosto de 2012
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*Médico Psiquiatra. Experto en Adicciones. Doctor en Medicina. Profesor Principal de los Departamentos Académicos de Psiquiatría de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Ex-Director General Concursado del Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado–Hideyo Noguchi”. Director de la Clínica Nizama. Torre de Consultorios Clínica Anglo Americana. Alfredo Salazar 314     Of. 303. San Isidro. Telf.: 421-9939 Anexo. 430 y 433 (tardes). Cel. 999851684.  E-mail: maniva@terra.com.pe

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