viernes, 17 de junio de 2011

EN HOMENAJE AL CHE, CUBA IZA LA BANDERA ARGENTINA EN ROSARIO

17 Junio 2011 8 Comentarios
Rosario, Argentina.- El mayor monumento a la bandera en todo el mundo, se levanta en esta ciudad. Es un conjunto de 10 mil metros cuadrados de extensión y 70 metros de altura en su punto más alto -la torre mástil- que recrea a la Patria argentina como una nave que avanza desafiante entre dos gigantes acostados: uno simboliza el gran rio Paraná, el otro al Océano Atlántico.
Desde la proa, la mujer nación saluda a la bandera albiceleste que ondea en el mismo punto donde se izó el primer símbolo de la soberanía nacional el 27 de febrero de 1812. En el sitio se está levantando por estos días la tribuna desde la que hablará la Presidenta Cristina Fernández, el próximo lunes 20, Día de la Bandera, por ser aniversario de la muerte de quien escogió y alzó la primera en este país, el General Manuel Belgrano, cuyas cenizas reposan en una cripta a los pies de la gigantesca obra.
El monumento, que se extiende a lo largo de las históricas barrancas del Paraná, posee un amplio Patio Cívico sobre un espejo de aguas transparentes que se corona con amplias escalinatas hacia el Propileo Triunfal, entre cuyas columnas arde una llama eterna de homenaje a los que dieron sus vidas por la libertad de la nación.
Posee, además, una Galería de Honor de las Banderas de América, donde se exhiben, junto a las flores nacionales, todos los pabellones soberanos del hemisferio, sólo que bajo el patrón de la OEA, único modo de explicar la dolorosa ausencia de la hermana Puerto Rico y la siempre rara mezcla con Canadá y Estados Unidos. Comentario aparte para otras dos banderas de lejana geografía: la de Italia -por la abundante emigración itálica- y la de España (¿Madre Patria en un monumento a la soberanía?)…
Cada jueves al amanecer, como paso previo al inicio de las sesiones del Concejo Municipal, hay una ceremonia para el izamiento de la bandera en la ciudad donde ondeó por vez primera. Ahora y como parte de la semana guevariana que se celebra aquí, el embajador de Cuba, Jorge Lamadrid, fue quien elevó la enseña nacional a pedido de las autoridades locales y escoltado por los camaradas de lucha del Che, el General Harry Villegas (Pombo) y el Comandante Víctor Dreke, además de los participantes en el Coloquio por los 83 años del mítico guerrillero.
El acto fue consagrado a él, que nació también aquí, aunque solo vivió unos pocos meses en esta ciudad de humedad relativa alta que lo enfermó enseguida. La memoria de ese tiempo se puede palpar todavía en un amplio apartamento situado en la segunda planta de un edificio de sobria elegancia situado en la calle Entre Rios con esquina a Urquiza. La espaciosa casa pertenece a un español y un italiano, quienes la compraron hace unos años con idea de asentar allí una fundación Che Guevara para la que no consiguieron los fondos. Se dice que está nuevamente en venta, pero por ahora solo la habitan las mejores fotos de varias etapas de la vida de Ernesto, en una suerte de galería sin visitas que cuidan los amigos rosarinos de la solidaridad con Cuba.
En cuanto al monumento, fue allí que se estrenó, hace dos años “Ernesto Guevara, el hombre nuevo”, extraordinario documental de Tristán Bauer, lo que debió hacerse simultáneamente sobre dos pantallas gigantes frente a las cuales llegaron a juntarse más de 20 mil espectadores, la gran mayoría jóvenes.
No es un dato menor que en esta ciudad, donde también nació Messi, el futbolista más famoso del mundo y en una época donde los héroes suelen reverenciarse menos que las estrellas del deporte, en vísperas de su día, la bandera se haya izado por aquel que se jugó el pellejo para probar sus verdades, tan lejanas de los focos y las gradas, nada menos que en la árida y pobre geografía boliviana. Y que nadie dude en responder, cuando se le pregunta por el rosarino más universal, que sigue siendo Ernesto Guevara o sencillamente el Che, el nombre más breve pero el del significado más profundo.
El embajador cubano Jorge Lamadrid iza la
bandera en homenaje al Che. Foto: Betto Cabrera.

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