Por Emily Dugan *
Página 12, de Argentina
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En los próximos días, cuando los mineros atrapados vean la luz del día por primera vez desde el 5 de agosto, habrá euforia y celebraciones. Pero todavía no se sabe qué impacto habrá tenido, sobre las mentes y los cuerpos de estos treinta y tres hombres, un encierro tan prolongado.
Los psicólogos advierten que, una vez que el júbilo inicial se haya extinguido, se presentarán los efectos a largo plazo de la experiencia padecida. Probablemente el más común sean los flashbacks, recurrentes. Peter Kinderman, profesor de psicología clínica en la Universidad de Liverpool, explicó: “Cuando alguien ha estado expuesto a una situación de riesgo de vida, es probable que cada tanto experimente episodios en los que vuelve a imaginar el trauma. Es posible que se despierte en mitad de la noche bajo la memoria traumática. Cualquier cosa puede desencadenar la reminiscencia. Puede ser un olor de piedras húmedas, puede ser simplemente el goteo de una canilla; muchas cosas pueden causar una súbita reacción emocional”.
Otra prueba difícil será la reconstrucción de las relaciones con las esposas y novias. Christine Northam, consejera de pareja, observó: “Terminada la separación, la pregunta es cómo cada pareja se enfrentará con el trauma que ha atravesado. Cuando una pareja sobrevivió una situación tan dramática, es posible que la relación se fortalezca; pero también puede suceder que los problemas de salud mental a largo plazo, previsibles en alguien que estuvo enterrado vivo, lleguen a causar la ruptura de la relación”.
En el caso de uno de los mineros, Yonni Barrios, su relación extramatrimonial de diez años quedó expuesta cuando su mujer y su amante gritaban, ambas, su nombre desde la boca de la mina, y probablemente deba afrontar semanas tempestuosas. Northam señaló: “Los sentimientos habituales respecto de los affaires y las traiciones se intensificarán a causa de estos sucesos, y es más probable que se verifiquen rupturas o cambios en las relaciones”.
Los mineros también podrían experimentar en las próximas semanas el efecto físico del encierro. Muchas cosas pudieron hacer allá abajo: para mantenerse en forma, hacían ejercicios con bandas elásticas gigantes; mantenían una dieta de 2200 calorías por día; antes de ingresar en la cápsula de rescate, cada uno deberá guardar ocho horas de ayuno. Pero hubo aspectos de la vida diaria que no era posible recrear: en especial, la luz del día.
Derk-Jan Dijk, profesor de fisiología del sueño en la Universidad de Surrey, puntualizó: “Debido a que estos mineros no estuvieron expuestos a la luz natural, sus ciclos de sueño se verán afectados. En tanto se reajustan a las horas del día y de la noche, experimentarán jet lag. También podrían llegar a sufrir problemas de sueño vinculados con el estrés, si en sus sueños reviven la experiencia.
En cambio, sorprendentemente, luego de más de dos meses casi en la oscuridad, sus ojos se readaptarán casi tan rápido como si hubieran estado sólo una noche en una habitación a oscuras. Larry Benjamin, secretario del Colegio Real de Oftalmólogos de Gran Bretaña, explicó: “En un primer momento la luz les resultará cegadora, pero esto no durará más de medio minuto. Cuando una persona está en la oscuridad, la química de la retina cambia de modo que pueda ver mejor, pero no hace diferencia que se trate de media hora o de muchos meses; cuando la persona vuelve a la luz, se recupera en cuestión de minutos. Contar con anteojos de sol para el primer minuto hará que la transición sea más confortable, pero no habrá efectos duraderos.
La verdadera prueba, ahora, será retornar a la normalidad. Patricia Campbell-Hughes, psicóloga, resumió: “Posiblemente sea muy duro para ellos volver al trabajo, ya que bien podrían haber desarrollado claustrofobia. Volver a penetrar bajo tierra, aunque sea sólo por un día, podría resultarles muy difícil. En todo caso, deberán atravesar las condiciones que se plantean en el tiempo posterior a un trauma: habrán perdido su sentido de seguridad, la predictibilidad del mundo. Ciertamente sus vidas nunca volverán a ser las mismas”.
* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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