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A inicios de nuestra Republica varios oligarcas se reunieron en el congreso y trataron de decidir por quién votar para Presidente, escogieron a La Mar, después a Orbegoso, los dos primeros cumplían con el principal y más solicitado requisito: carecían de carácter y de personalidad, por lo que sería sencillo para la oligarquía gobernar a sus espaldas poniéndolos de peleles figurines. Al final ante el derrocamiento del uno y el fracaso del otro no les quedó más remedio que conformarse con el autoritario Gamarra.
Estas constantes se han repetido en la historia política del Perú, la oligarquía necesita gente enajenada para así poder gobernar TRAS BAMBABINAS. Por eso necesito a un Toledo. Recuérdese como se le pedía que diera “un paso al costado” y que su premier Ferrero y Raúl Diez Canseco Terry, ambos miembros y servidores de la casta oligárquica peruana se hicieran cargo de los asuntos públicos. Para una persona acostumbrada a embriagarse y Dios sabe que cosas más era algo “razonable”.
Ahora tenemos a Alan García. El día lunes 11 Diario 16 publicó un reportaje donde se narra que ante un visita de García al hospital Rebagliati un miembro del voluntariado le dijo corrupto ante lo cual el presidente respondió con una bofetada o puñete, después sus matones, es decir su seguridad lo golpearon y revisaron que nadie estuviera grabando los hechos. La pregunta es ¿estamos gobernados por delincuentes, por matones que golpean y tratan después de borrar huellas de sus fechorías? ¿Estamos gobernados por gente decente o por escoria social?
Fue fácil asesinar nativos en Bagua, quemarlos, incinerarlos y borrar las huellas del genocidio. Ahora toda esa ciudad vive con miedo y nadie quiere recordar el día en que los seres humanos fueron tratados peor que perros. Debe estar feliz el Felón de Palacio, ya tiene toda una ciudad atemorizada. A los muertos de hambre les gusta ostentar con casas lujosas apenas tienen fortuna y a los despreciados les encanta actuar con prepotencia apenas detentan poder ¡ay de aquellos que son ambas cosas! ¡En que rayos estamos convirtiendo a nuestro país!
En otro país el presidente no golpearía al ciudadano si este le dijera “corrupto” en su cara de felonía. Y menos si es un presidente que amanece de un día a otro con una fortuna, con una casa lujosa en Naplo, la cual vendió ante el escándalo de la prensa y con otra casa en “los Pulpos” al costado de su financista Dionisio Romero Seminario, el hombre más rico del país. Y menos debería molestarse teniendo en cuenta que nadie le conoce trabajo con que amasar esa fortuna. La verdad sobre la corrupción se calla con violencia para así seguir robando. Te robo y te golpeo, así consigo callarte y seguirte robando ¿no es lo mismo que hace un ladrón de los barracones? Así nadie se atreverá a seguir increpando. Se roba, golpea y mata mejor así, con pueblos atemorizados.
El otro día asistí a un culto protestante, después de los canticos el director del culto leyó varios pasajes bíblicos, el tema principal era la “obediencia”. Era lógico que se hacía haciendo referencia a este suceso. Estos cultos tienen una connotación subrepticiamente política tras los templos. La “sumisión” y la “obediencia” (a la autoridad y por consiguiente a Dios) son valores muy importantes en estas sectas. El relato era aquel donde habiendo Moisés violado la ley uniéndose con una mujer cusita, sus hermanos Aarón y María criticaron tal hecho “murmurando contra él” por lo que María fue castigada por Dios. En mi interpretación católica del asunto Moisés era el “mas manso de los manso de los hombres de la tierra”. Aquí manso significa control para reaccionar dejando que Dios se haga cargo. El Felón de Palacio en cambio se hace justicia por su mano y después deja que sus matones se hagan cargo. El castigo divino es por la murmuración. No fueron capaces de decirle eso a Moisés en su cara y afrontarlo directamente consultando a Dios si no había problema con eso. María y Aarón tenían razón para estar disconformes, pero no lo hicieron conocer a Moisés, murmuraban a sus espaldas. El voluntario del hospital si lo dijo en su cara de García. Pero el director del culto no habló nada de estas cuestiones. Prefirió centrarse en la “obediencia”: no critiques a tu gobernante o Dios te va a castigar. Así como puso a Moisés para dirigir a los hebreos, así ha puesto a nuestros gobernantes para guiarnos a nosotros a nuestro “bienestar”. Les debemos obediencia. Se levantan nuestro país en peso y debemos seguirles debiendo “obediencia”.
En mi opinión no se gana nada diciéndole su verdad de esa manera al gobernante. Más que gritarle con una mirada bien dirigida de asco hubiera bastado. A los gobernantes hay que respetarlos, pero a la vez hay que tener el valor para expresarles la verdad. Cuando masacraron a nuestros hermanos amazónicos fueron contra una verdad mucho más importante. La verdad de la dignidad del hombre. Y así como intentaron borrar las huellas de sus crímenes también rebuscaron en el pabellón del hospital si alguien había grabado los hechos. No era necesario decirle eso al Felón de Palacio. Además ¿quien le diría a un ladrón de los barracones “ladrón” en su cara sin pensar en las consecuencias? ¿y pero si está acompañado de otros maleantes más? ¿Con que objeto si es evidente que es ladrón?
Debemos reconocer que este suceso fue una imprudencia del joven voluntario. No meditó que estamos en el Perú y que nuestros gobernantes dejan mucho que desear, son gente matonesca y chusca en el sentido de que no respeta la dignidad de los demás. Son captados de entre los parias los que nunca tuvieron nada y nunca fueron tomados en cuenta y ahora que por fin tienen patrimonio solo Dios sabe cómo, y tienen poder sólo la oligarquía sabe de qué forma, actúan con ostentación y prepotencia. Es necesario cuidarse de los gobernantes, son gente peligrosa y acostumbrada vivir al margen de toda norma y moral y respeto a los semejantes. Por desgracia ese es el Perú.
La oligarquía necesita gente así. Personas del Perú profundo que se olviden de sus dignas y valorizadas raíces y terminen distrayéndose en drogas, prostitutas y borracheras. Locos megalómanos que machistamente repartan su semilla fuera de su hogar y padezcan de problemas mentales hasta el punto de tener que tomar sus medicamentos para aminorar su temperamento violento y agresivamente cuasi delincuencial. Sin escoria social la oligarquía no puede gobernar.
Por una sencilla razón. Gente alienada de su propia verdad como personas es decir que viven dando la espalada a su dignidad, al don de Dios, se “extrañan” en sí mismos, es decir pierden el sentido de su verdadero valor en sus justas dimensiones humanas. Uno sintiéndose menos por no ser “blanco” o de origen “occidental”. El otro sintiéndose más por considerarse el “emperador del Perú” o el “predestinadamente elegido”. Es lógico que no tengan idea de las verdaderas dimensiones de sus obras. La oligarquía necesita esto, así la casta gobernara tras el telón en un país donde los Presidentes no gobiernan y sólo cuentan para la foto.
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