miércoles, 13 de octubre de 2010

DIARIO 16 BUSCA AL JOVEN DE KURAME Y ALERTA SOBRE COMPRA MASIVA DEL MATUTINO


El impacto de la mentira
Salvo una expresión suelta del presidente Alan García -diciendo que no le debían creer a este diario- a propósito del escándalo suscitado por su agresión a un joven que lo insultó, no hay pronunciamiento oficial al respecto.
Asumamos, para beneficio presidencial, que no ha llegado a cometer lo que podría ser un error fatal: la mentira. Grave e inaceptable es que alguien insulte al Jefe de Estado. Eso no lo defendemos ni lo justificamos desde ningún punto de vista. Más grave, sin embargo, nos parece la agresión presidencial. Que se sepa, no es usual que un mandatario ande por las calles golpeando a todos los que lo ofenden. Veamos nomás el caso de Barack Obama, a quien ayer le lanzaron un libro y al presidente norteamericano no se le ocurrió aplicarle un puñete. Simplemente pasó lo que debía pasar. El sujeto fue detenido.
Pero más grave que el insulto del joven o que la descontrolada respuesta presidencial sería que este cometa el error de mentir. Que lo expresado la misma noche del sábado no pase de un gazapo e, impuesta la mesura, haga lo que corresponde en estos casos, salir a confirmar el hecho, pedir las disculpas del caso (porque así como representa al Estado para no ser ofendido, lo hace para comportarse a la altura del cargo que detenta).
El caso más reciente del daño político que produce una mentira es el del gobierno anterior. El caso Zaraí marcó todo el régimen de Toledo por no haber dicho este la verdad. Y, de la mano con ese hecho, recordemos lo ocurrido con su primer vicepresidente Raúl Diez Canseco, envuelto en un escándalo que culminó con su renuncia, más que por la denuncia original por haber mentido respecto de su situación sentimental.
El problema escalaría si Alan García opta por ocultar lo inocultable, ratificado por varios testigos y, más contundentemente, (aunque lo haya hecho sin proponérselo) por la propia jefa del voluntariado, que reconoce el incidente y la agresión.
El pueblo puede perdonar un exabrupto. Es más, creemos que el mismo no empaña en absoluto una gestión de cinco años. Y, dicho sea sin ánimo de agraviar, la inestabilidad anímica de Alan García creemos que no es desconocida ni por sus simpatizantes ni por sus adversarios. Que algún daño político le va a generar, sin duda, pero reiteramos que será infinitamente mayor si se le suma el engaño como consigna.
POSDATA A NUESTROS LECTORES: Ayer, y seguramente hoy se repetirá el hecho, en decenas de kioskos de la ciudad, camionetas con lunas polarizadas y sin placas de rodaje se han dedicado a comprar todos los ejemplares de tales puntos de venta. El objetivo claro es impedir que la ciudadanía se entere de los pormenores de nuestra denuncia. Aparte de consignar el hecho, lo queremos tomar deportivamente y agradecerle al señor Presidente por ayudarnos a incrementar nuestras ventas. Eso sí, a nuestros lectores pedirles que acudan temprano a adquirir su ejemplar.
JUAN CARLOS TAFUR

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