MÉXICO, D.F., noviembre 9 (EL UNIVERSAL).- El origen de todo se originó de la consecuencia inevitable de las leyes de la física y no de ninguna mente superior o Dios, asegura el científico Stephen Hawking en su último y polémico libro El gran diseño.
En el nuevo texto, que fue escrito junto con el científico Leonard Mlodinov, el astrofísico reta de nuevo las posiciones teológicas.
"Dado que existe una ley como la de la gravedad, el Universo pudo crearse a sí mismo -y de hecho lo hizo- de la nada.
La creación espontánea es la razón de que exista algo, de que exista el Universo, de que nosotros existamos.
Para eso no es necesario invocar a Dios", dijo el científico al diario español El País, que publicó el primer capítulo del libro que está por salir a la venta.
El profesor de Cambridge dice que el universo no sólo tiene una historia posible.
Ante preguntas como ¿de dónde proviene todo? ¿cómo es la realidad? Hawking asegura contundente que la filosofía ha muerto porque "no se ha mantenido al corriente de los desarrollos modernos de la ciencia, en particular de la física.
Los científicos se han convertido en los portadores de la antorcha del descubrimiento en nuestra búsqueda del conocimiento.
El objetivo de este libro es proporcionar las respuestas sugeridas por los descubrimientos y los progresos teóricos recientes".
Hawking propone como respuesta la Teoría M, que "no es una teoría en el sentido habitual del término, sino toda una familia de teorías distintas, cada una de las cuales proporciona una buena descripción de las observaciones pero sólo en un cierto dominio de situaciones físicas".
De acuerdo con los preceptos de esta teoría el universo no es único, sino que existen millones de estos.
En los que entran las teorías espacio-tiempo.
"Cada universo tiene muchas historias posibles y muchos estados posibles en instantes posteriores, es decir, en instantes como el actual, transcurrido mucho tiempo desde su creación.
La mayoría de tales estados será muy diferente del universo que observamos y resultará inadecuada para la existencia de cualquier forma de vida.
Sólo unos pocos de ellos permitirían la existencia de criaturas como nosotros.
Así pues, nuestra presencia selecciona de este vasto conjunto solo aquellos universos que son compatibles con nuestra existencia.
Aunque somos pequeños e insignificantes a escala cósmica, ellos nos hace en un cierto sentido señores de la creación", publica el diario El País.
Hacia el final del libro Hawking y Mlodinov reconocen que las leyes de la naturaleza nos dicen cómo se comporta el universo pero no responde a las preguntas de por qué para evitar el riesgo de la idea de Dios.
Nuestras respuestas obedecen o están limitadas por nuestra capacidad cerebral.
"Tal como en nuestro universo, en el Juego de la vida la realidad depende del modelo que utilicemos", concluyen.
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