Por Julio Yovera.
“¿Nunca nos libertaremos? Esta pregunta la hizo el poeta Washington Delgado en su libro Un mundo dividido. ¿Nunca nos libertaremos del latrocinio convertido en política?, ¿de la impunidad disfrazada de justicia?, ¿de la farsa maquillada de autoridad? ¿Seremos siempre el país donde los de arriba sobreexplotan a los de abajo y les desparraman a diario sus ofensas, haciendo más profunda la brecha y esgrimiendo el sonsonete que los que reconocen la existencia de las clases sociales son los perversos comunistas?
En el Perú, desde los tiempos del viejo colonialismo, existen no solo las clases sociales, también existen las etnias y las culturas no integradas, con el agravante que los representantes del Perú limeño, limitados de miopía cerebral, desprecian. Sino ¿por qué la frase de García calificando al poblador amazónico como ciudadano de segunda categoría?, ¿por qué el desprecio irracional de la “culta” señora Hildebrandt contra su colega la congresista Hilaria Supa?, o ¿por qué el “pastor” de la grey católica, Cipriani, dijo en plena espiral violentista, que los derechos humanos (de los peruanos del ande) eran cojudeces?
Colegimos, si bien somos el Perú de todas las sangres, como decía el Amauta José María Arguedas, somos también el país de todos los enconos, de todos los desprecios, de todos los autoritarismos contra los que crearon una cultura que el mundo admira.
Con esos antecedentes, si los exterminadores al servicio de la satrapía Fujimori & Montesinos, asesinaban a las poblaciones asentadas en los Andes no tenía importancia. La desgracia fue mayor, y más honda aún, pues, los fundamentalistas, seguidores del llamado pensamiento Gonzalo, también asesinaban a las poblaciones que los rechazaban. Nunca la derecha se sintió más gozosa que cuando actuó el mesianismo y nunca nadie le dio a la derecha mejores cartas para desprestigiar la izquierda que Sendero.
En estos días, particularmente en Lima, se vive una acentuada polarización electoral: continuismo o cambio. De manera espontánea el electorado se aproxima y simpatiza con quien representa el cambio y la transparencia. La caverna, asustada, biliosa, ignorantona o de mala fe, ha empezado su cruzada contra la señora Susana Villarán, quien asume de manera explícita un discurso firme y claro contra la corrupción y promete una gestión transparente. Para la caverna eso es comunismo, el símbolo verde de Susana tiene el color de Patria Roja, dice la derecha.
¿A qué más ha dedicado sus desvelos?, a lograr que algunos connotados miembros del crimen organizado alcancen una libertad mal habida. El defensor del grupo Colina, el opusdeista Rey, que destacó como defensor de asesinos que como Ministro de Defensa, llegó a decir que quienes se oponían a los decretos legislativos a favor de la impunidad, eran intolerantes. El mundo semántico y axiológico del ex ministro es francamente precario. Las palabras, no solo son una perfecta asociación de fonemas, sino que cada una tiene un significado (a veces más de uno). Se le llama intolerante a la persona que no acepta en ninguna de sus partes el punto de vista y la opinión del otro. El intolerante no es capaz de convivir con quien es diferente. Intolerantes son los que excluyen. ¿En nuestro país quién excluye?
Tratándose de violadores de derechos humanos, el tema ya no es de tolerancia o intolerancia, sino de conducirse con sentido de justicia o ser cómplice de asesinos. Por ejemplo, cuando se trata de calificar la conducta pública del juez Garzón, el tema no pasa por evaluar si su actitud es tolerante o intolerante, sino, si juzga con imparcialidad o complicidad a los delincuentes. Todos sabemos que el juez Garzón actúa con un alto sentido de justicia y por eso los hijos ideológicos de la Falange le han dedicado sus odios.
En el caso del Perú, el defensor ex ministro de defensa con esa manifiesta vocación de servicio a favor del crimen, ha calificado de caviar al señor Mario Vargas Llosa. ¿Sabrá lo que dice? ¿Caviar el autor de la Casa Verde? ¿Caviar el novelista de la Tía Julia y el escribidor? Mario Vargas Llosa es un liberal. Su concepción del mundo y de la vida está lejos del socialismo; rompió con él hace más de tres décadas y fue una partida sin retorno. Lo que sucede es que hasta donde sus convicciones se lo permiten, el escritor es un crítico de la derecha mediocre y del autoritarismo criminal. Ya en una ocasión dijo en un artículo periodístico que la burguesía peruana es ignorante, ahora, cuando la impunidad desembozada cabalgaba sobre el lomo de un periodismo cuadrúpedo, cuando los decretos legislativos esperaban impacientes ser aprobados para que los asesinos fueran liberados; la decencia y la vergüenza dieron la cara y mostraron su desacuerdo.
La rúbrica de Mario Vargas Llosa tomó distancia e hizo saber al mundo que el crimen organizado que cometió delitos de lesa humanidad, se preparaba para dejar la cárcel. Bien la actitud del escritor. Bien el rol del Instituto de Defensa Legal sobre quien ha caído todo el odio irracional de la caverna. Bueno, hay odios que honran, éste es uno de ellos.
Ha ganado la justicia pero sería un error creer que la tendencia facha ha sido derrotada, en realidad solo ha dado unos pasos atrás, solo ha retrocedido con su enorme rabo entre las piernas. Más adelante insistirá en lo mismo. Como decía el recordado Rufo Cárcamo Ladines, ex presidente de la FEP del 70, para una derecha facha que quiere madrugarnos, debe haber un pueblo que no duerma o que siempre esté alerta.
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