10 Noviembre 2012
Desde
el pasado mes de marzo, la escuela primaria Topcliffe, en Birmingham,
Gran Bretaña, incorporó en su plantilla a los robots Max y Ben, con la
idea de comprobar si androides faltos de emociones podrían contribuir en
la educación de niños afectados por el autismo.
Según los educadores, el proyecto está dando buenos resultados y se
está estudiando usar a los robots también para enseñar al resto de
alumnos.
MENOS AMENAZANTES
Según Ian Lowe, profesor del centro, “los robots no tienen emociones,
así que los niños autistas se relacionan más fácilmente y los
encuentran menos amenazantes que sus profesores”.
“Se ven muy lindos. Los niños con autismo tienen dificultades a la
hora de comunicarse con adultos y con otros niños, pero por alguna razón
se relacionan con estos robots”.
El personal de la escuela observó que gracias al uso de estos
aparatos, niños hasta entonces incapaces de hacer contacto visual con
humanos empezaron a comunicarse a través de los robots.
Un cuarto del alumnado del colegio Topcliffe tiene autismo, así que
en el centro se ponen en práctica toda una serie de tecnologías para
apoyarles en el proceso de aprendizaje.
Los robots son bajitos y se mueven como niños y la escuela los usa
para enseñar fonética y practicar juegos de memoria e imitación, sobre
todo entre niños con edades comprendidas entre los cinco y los diez
años.
JUEGOS DE MEMORIA
Investigadores de la Universidad de Birmingham que han estado
analizando la mejor forma de usar estos robots dicen que la clave está
en la programación.
La Dra. Karen Guldberg, directora del centro universitario para la
investigación y la educación de personas con autismo dijo que “estamos
pensando creativamente cuál sería el mejor programa para que estos
robots ayuden a los niños a mejorar sus habilidades de comunicación y a
relacionarse socialmente”.
Guldberg señaló que los robots podrían usarse además para mejorar el aprendizaje básico del niño.
“Realizamos toda una serie de actividades distintas con los robots
haciendo de modelo para el comportamiento del niño. Por ejemplo, los
juegos de memoria, que logran que el niño imite los movimientos del
robot, pueden ayudarles a relacionarse y a motivar su aprendizaje”.
“Es increíble ver cuán atentos y centrados pueden estar cuando
trabajan con un robot. Puede ser muy difícil que un niño con autismo se
centre”.
Los investigadores también notaron que los menores encuentra esta tecnología predecible, clara y motivadora.
Dado el éxito del sistema, los investigadores creen ahora que un
programa bien diseñado podría funcionar bien en clases normales.
“Si puedes cubrir las necesidades de los niños con autismo, también puedes cubrir las de todos los niños”, asegura Guldberg.
“Cuando la gente se siente segura y está motivada se aprende mucho mejor”.
El robot fue un donativo de los fabricantes franceses Aldebaran y tienen un costo por unidad de US$24.000.
(Con información de BBC Mundo)
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