Autor: Dr. Martín Nizama- Valladolid*
La sociedad posmoderna posee dos caras. De un lado, pletórica en materialidad, conocimiento, tecnología y confort; y de otro lado, vacía de espiritualidad y carente de sensibilidad humana. La Familia Natural (FN), tradicional o del amor, se ha deshumanizado gravemente y se encuentra en franco proceso de extinción. Este tipo de familia ha experimentado una transformación deshumanizante, convirtiéndose en Familia Asistencial (FA), materialista, en apogeo en la actual sociedad del conocimiento, rumbo a convertirse en Familia Cyborg (FC), robotizada, la familia del futuro. La FN era la mayor fuente de amor en la humanidad; mas, el desarrollo económico, tecnológico y la prosperidad, la transformaron aceleradamente en FA, signada por estilos de vida materialista, vacuidad, hedonismo y banalidad. En el seno de esta familia deshumanizada se viene desarrollando un tercer tipo de familia, la FC, en la cual reinan los equipos electrónicos que desplazan a los humanos, desapareciendo el contacto con los cinco sentidos, la comunicación, la sensibilidad y el amor familiar.
La FN, manantial de amor, era la célula básica y el corazón de la pretérita sociedad moderna, el símbolo de unión, donde se cultivaban los sentimientos superiores, los valores y principios. La presencia de los padres y su comportamiento coherente hacía de ellos los paradigmas, guías y protectores naturales de los hijos, sus primeros educadores. El hogar era el nido familiar, sede primaria de la crianza y la educación. En la FN prevalecía el amor, la autoridad, la disciplina, el respeto y los roles definidos de sus miembros. Su estructura y funcionamiento humanista está en involución.
La FA o moderna, es esencialmente materialista y deshumanizada, en la que prevalece el individualismo extremo (narcisismo), los antivalores, la horizontalidad libérrima y el desenfreno hedonístico, donde se ha extinguido el principio de autoridad, el respeto, la sensibilidad y la solidaridad. Los padres, impotentes de ejercer algún tipo de autoridad, se limitan a su rol de abastecedores de su prole. Motivados por la creencia de que sus hijos “tengan lo que yo no tuve”, les proveen todo lo que aquellos les piden o exigen; y a menudo, son víctimas de la adicción a comprar. También, se esmeran en hacerles la vida fácil, debido a la creencia de que los hijos “no sufran lo que yo sufrí”. No les enseñan el esfuerzo, el sacrificio ni las, privaciones; valores que desarrollan la resiliencia: capacidad de resistir la adversidad y vencerla. Los hijos se acostumbran a ignorar a sus progenitores, usándolos sólo como proveedores de objetos materiales; privilegian la diversión, los amigos, la juerga, las compras, el esnobismo, el libertinaje y el ciberespacio: redes sociales y videojuegos. Así, progresivamente pierden la identidad, el sentido de existencia y la visión de fututo, convirtiendo su hogar en el infierno familiar del cual todos quieren huir; unos, a los refugios autodestructivos de las adicciones; otros, acaban como metrosexuales o tecnosexuales: adictos al arreglo excesivo de su presencia física y a los equipos de comunicación electrónica.
La FC, robotizada, es la familia del futuro, hacia donde progresa la actual sociedad posmoderna. En este tipo de familia deshumanizada reinan los equipos de la conectividad tecnológica, que convierten a la persona en “hongo electrónico” u “hongo tecnológico”. En la FC, los individuos ya no usan los equipos electrónicos; por el contrario, son éstos los que abusan de las personas, esclavizándolas. Así, la familia acaba privada de sensibilidad y la sociedad posmoderna, deshumanizada.
Lima, octubre 2012
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