jueves, 5 de mayo de 2011

PERU. ELECCIONES PRESIDENCIALES EN UNA HORA CRUCIAL

4 Mayo 2011
 Juan Marrero

Muchos quedamos sorprendidos cuando Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura y ex candidato presidencial, declaró que elegir a Keiko Fujimori sería la más grave equivocación que podría cometer el pueblo peruano.
Esa declaración en boca de un connotado derechista se contrapone a lo que quiere la derecha económica y política del Perú, y también la internacional, que faltando solo un mes para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales ha organizado toda una guerra de propaganda mediática, bien sucia, en contra del otro candidato, Ollanta Humala, quien logró imponerse con su fuerza Gana Perú en la primera vuelta, efectuada el pasado 10 de abril. Humala alcanzó 4 642 600 votos (31,6 %), en tanto Keiko Fujimori, de Fuerza 2011, obtuvo 3 449 342 votos (23,5 %).
Vargas Llosa, que perdió en las elecciones de 1990 frente al candidato Alberto Fujimori, piensa que dar en voto a favor de Keiko es retornar a la dictadura fujimorista. Otros en Perú creen también eso y, además, que sería validar el continuismo de las políticas neoliberales que en las últimas cuatro décadas, tras la luz de esperanza que significó el gobierno del general Juan Velasco Alvarado, han profundizado la pobreza y el hambre, el desempleo y el analfabetismo, las enfermedades y las desigualdades sociales. Perú es uno de los países latinoamericanos donde la distribución del ingreso es más desigual: solo un diez por ciento de la población retiene el 40 % del ingreso nacional, mientras hay 16 millones de peruanos en situación de pobreza o de extrema pobreza.
Perú actualmente cuenta con una población aproximada de 30 millones de habitantes y una ciudadanía electoral -mayor de 18 años- que bordea los 20 millones de votantes, que obligatoriamente por Ley debe concurrir a las urnas. Ahora bien, los que votaron en la primera vuelta fueron 15 millones. Es de esperar que un número similar sea el que vote el 5 de junio próximo.
Difícil será la tarea para Keiko Fujimori confiada en que la repartición de dinero y la dádivas, como ocurrió en la primera vuelta, o quizás el fraude, la pueda instalar el 28 de Julio en el Palacio Pizarro. Es la hija del presidente más corrupto que ha tenido Perú en su historia republicana, quien cumple 38 años de prisión por matanzas, secuestros, corrupción, espionaje telefónico y pago a congresistas. Aunque Keiko trata de hacer creer que ella no es su padre, ha pedido perdón y jura que si es electa presidenta no hará lo que hizo Alberto Fujimori, lo cierto es que no se ha librado de los buitres que acompañaron al padre en diez años de gobierno.
César Hildebrandt, un viejo y conocido periodista peruano que escribe para La Primera, decía hace unos días: “La misma sangre infectada corre por las venas de Keiko, quien utiliza la millonaria reserva cínicamente robada a las arcas del Estado peruano, con fines electorales…” Solo por la venta de las propiedades del Estado peruano, como las compañías eléctrica y de teléfonos, se dice que Alberto Fujimori se embolsó varios miles de millones de dólares.  Otro periodista del mismo diario, Javier Soto escribió: “Es la hija de un delincuente…y si ingresa a Palacio significaría el retorno automático a todo el entramado de corrupción que desarrolló su padre”. La publicación Foreing Policy, en su número de abril, expuso: “Muchos fujimoristas están en prisión por ladrones y asesinos. De ganar Keiko tendría, literalmente, un gabinete en la sombra”.
De otra parte, las promesas y el programa de gobierno que ha presentado Keiko son como para asumir la misma posición de Vargas Llosa. Se proclamó, por ejemplo, seguidora de Alvaro Uribe, el ex presidente de Colombia, a quien dice va a imitar si fuera electo. Lo toma como un modelo a seguir para “pacificar” al Perú. ¿Ignora acaso que Uribe fue un genocida y que salió del gobierno dejando 7 500 presos en las cárceles, el país con mayor número en el continente?
Es preocupante, sin embargo, la alta votación que alcanzó Keiko en la primera vuelta: casi 3 y medio millones de votos, lo que le permitió seguir en la lucha electoral. Logró triplicar la votación alcanzada en los comicios del 2006 por el fujimorismo, que llevó entonces como candidata presidencial a Marta Chávez.
Intentando dar una explicación a tal situación, sin duda peligrosa, el economista peruano Alberto di Franco Palacios, veterano militante de causas de izquierda, ha sostenido que si bien el gobierno de Alberto Fujimori fue autoritario y criminal, no se debe olvidar que, en su primera etapa, desarrolló un programa populista que prestó alguna atención a problemas y necesidades de los sectores marginados, los cuales, quizás, esperan que su hija también los beneficie con algunas dádivas.
Los ataques principales de los grandes medios de prensa se centran en la figura de Ollanta Humala. La derecha económica y política no oculta su pensamiento de que si Humala llega a la presidencia, “sería una catástrofe para la democracia”. Lo presentan como un izquierdista admirador de Chávez y Fidel Castro, y dicen que muchos peruanos perderían sus ahorros y casas, y que no les quedaría otro camino que mudarse para Miami. Se han denunciado varios planes que serán ejecutados en los próximos días, poco antes de la fecha de elecciones, que tienen como objetivo debilitar la figura política de Humala. Se anuncian proyecciones de videos donde se ve a Humala entrando a las embajadas de Venezuela y Cuba. Se dice que hay una empresa que investiga las propiedades de Humala y su esposa para demostrar que es una familia pudiente y que su discurso a favor de los necesitados es falso. Del arsenal de la Guerra Fría se extraen “armas y explosivos” para dinamitar al candidato de Gana Perú.
Ollanta Humala tiene un programa de gobierno bien moderado y alejado de lo radical, aunque sin renunciar a hacer cambios a favor de los sectores más necesitados. En su página de Facebook se pueden ver algunos de sus puntos:  elevar el salario mínimo, dar agua potable, desagüe y electricidad, luchar a favor de una mejor nutrición de escolares, promover y garantizar la libertad de prensa y de expresión, y fortalecer los mecanismos de integración latinoamericana. Por ese programa, que no tiene elementos para asustar a nadie, votaron en la primera vuelta cuatro millones 642 mil peruanos.
Las encuestas, que como sabemos son por lo general manipuladas por los grupos de poder defensores del neoliberalismo y por los medios de comunicación, hablan en estos días de que hay “un empate técnico” con vistas a la segunda vuelta. Se repite, más o menos, lo mismo que se dijo en los meses y semanas anteriores a la  primera vuelta. La desinformación intentó ocultar las preferencias de los electores hacia Humala.
La verdad será dicha el 5 de junio en esta hora crucial para Perú. Optar por el cambio es lo sensato, pues al menos abre una ventana a la esperanza; lo otro, es volver al pasado y quedarse inserto en el esquema del fujimorismo y el neoliberalismo donde los ricos seguirán engordando sus fortunas, habidas y malhabidas,  y los pobres  serán más miserables y más pobres.

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