Nota del director: Fidel Castro escribió esta reflexión el 30 de Junio del 2007. Recuerda, entre otras actuaciones de la CIA, a Jhon Kennedy, quien fuera asesinado en el mismo momento que el líder cubano recibía un mensaje del presidente norteamericano, trasmitido a través del periodista francés Jean Daniel.
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Buen día el domingo para leer lo que pareciera ciencia ficción.
Se anunció que la CIA desclasificaría cientos de páginas sobre
acciones ilegales que incluían planes para eliminar a líderes de
gobiernos extranjeros. De repente se detiene la publicación y se retrasa
un día. No ofrecieron una explicación coherente. Alguien quizás de la
Casa Blanca le pasó la vista al material.
El primer paquete de documentos desclasificados se conoce como “Las
Joyas de la Familia”; consta de 702 páginas sobre acciones ilegales de
la CIA entre 1959 y 1973. A esa parte le suprimieron alrededor de 100
páginas. Se trata de acciones no autorizadas por ley alguna, complots
con el propósito de asesinar a otros dirigentes, experimentos con drogas
en seres humanos para el control de sus mentes, espionaje a luchadores
civiles y periodistas, entre otras actividades por el estilo prohibidas
expresamente.
Los documentos comenzaron a recopilarse 14 años después de los
primeros hechos, cuando el entonces director de la CIA, James
Schlessinger, se alarmó por lo que la prensa escribía, sobre todo los
artículos de Robert Woodward y Carl Bernstein publicados en el
Washington Post, ya mencionados en el “Manifiesto al Pueblo de Cuba”. Se
acusaba a la agencia de ser promotora del espionaje en el hotel
Watergate con la participación de sus antiguos agentes Howard Hunt y
James McCord.
Fidel Castro entre el Che Guevara y Camilo Cienfuegos.
En mayo de 1973 el Director de la CIA exigía que “todos los oficiales
operativos principales de esta agencia deben informarme inmediatamente
sobre cualquier actividad que esté ocurriendo, o haya ocurrido en el
pasado, que pudiera estar fuera de la carta constitutiva de esta
agencia”. Schlessinger, designado después Jefe del Pentágono, había sido
sustituido por William Colby. Este se refería a los documentos como
“esqueletos escondidos en un closet”. Nuevas revelaciones de prensa
obligaron a Colby a admitir la existencia de los informes al Presidente
interino Gerald Ford en 1975. The New York Times denunciaba la
infiltración de la agencia en los grupos antiguerra. La ley que creó la
CIA le prohibía el espionaje dentro de Estados Unidos.
Aquello “fue solo la punta del iceberg”, exclamó el Secretario de
Estado en aquella fecha, Henry Kissinger.
El propio Kissinger advirtió que “correría sangre” si se divulgaban
otras acciones, y añadió de inmediato: “Por ejemplo, que Robert Kennedy
controló personalmente la operación para el asesinato de Fidel Castro”.
El hermano del Presidente era entonces Fiscal General de Estados Unidos.
Muere después, asesinado, cuando aspiraba a la Presidencia en las
elecciones de 1968 en las que, al faltar tan fuerte candidato, se
facilitó la elección de Nixon. Lo más dramático del caso es que al
parecer había llegado a la convicción de que John Kennedy fue víctima de
una conspiración. Exigentes investigadores, después de analizar las
perforaciones, los calibres de los disparos y demás circunstancias que
le causaron la muerte al Presidente, arribaron a la conclusión de que
por lo menos fueron tres las personas que dispararon. El solitario
Oswald, usado como instrumento, no pudo ser el único tirador. Eso llamó
mucho la atención al que esto escribe. Excúsenme que les cuente que el
azar me convirtió en instructor de tiro con mira telescópica de todos
los expedicionarios del Granma. Pasé meses practicando y enseñando todos
los días; el blanco se pierde con cada disparo aunque se mantenga
estático y hay que buscarlo de nuevo en fracciones de segundo.
Oswald quiso pasar por Cuba en viaje a la URSS. Ya había estado allá.
Alguien lo envió a pedir visa en la embajada de nuestro país en México.
Nadie lo conocía ni lo autorizó. Se nos quería comprometer en la
conspiración. Después Jack Ruby, de grosera historia mafiosa, no
pudiendo soportar, según declaró, tanto dolor y tristeza, lo asesina
nada menos que en una estación llena de policías.
Con posterioridad, en actividades internacionales o en visitas a
Cuba, más de una vez me encontré con los adoloridos familiares de
Kennedy, que me saludaban con respeto. Un hijo del ex presidente, que
cuando asesinaron a su padre era un niño muy pequeño, visitó Cuba 34
años después, se reunió conmigo y lo invité a cenar.
El joven, en la plenitud de su vida y bien educado, murió
trágicamente en un accidente aéreo cuando volaba con su esposa en noche
tempestuosa a la isla de Martha’s Vineyard. Nunca abordé con alguno de
aquellos familiares el espinoso tema. Señalé en cambio que, si entonces
en vez de Kennedy hubiese sido Nixon el Presidente electo de Estados
Unidos, tras el fracaso de Girón habríamos sido atacados por las fuerzas
aeronavales que escoltaron la expedición mercenaria, a un costo
ulterior enorme de vidas para ambos pueblos. Nixon no se habría limitado
a decir que la victoria tenía muchos padres y la derrota era huérfana.
Consta que a Kennedy nunca le entusiasmó la aventura de Girón, adonde lo
condujo la fama militar de Eisenhower y la irresponsabilidad de su
ambicioso vicepresidente.
Recuerdo que, precisamente el día y el minuto en que lo asesinan,
conversaba yo en un lugar tranquilo fuera de la capital con el
periodista francés Jean Daniel. Este anunció que traía un mensaje del
Presidente Kennedy. Me contó que le dijo en esencia: “Vas a ver a
Castro. Quisiera saber qué piensa él acerca del terrible peligro que
vivimos, de vernos envueltos en una guerra termonuclear. Quiero verte de
nuevo tan pronto regreses.” “Kennedy era muy activo, parecía una
máquina de hacer política”, me añadió, y no pudimos seguir hablando,
cuando alguien llegó rápido y nos trajo la noticia de lo ocurrido. Nos
pusimos a escuchar la radio. Era ya inútil lo que pensaba Kennedy.
Claro que yo viví ese peligro. Cuba era la parte más débil y también
la que recibiría los primeros golpes, pero no estábamos de acuerdo con
las concesiones que se hicieron a Estados Unidos. Ya he hablado de eso
en otro momento.
Kennedy había emergido de la crisis con más autoridad. Llegó a
reconocer los enormes sacrificios en vidas humanas y riquezas
materiales del pueblo soviético en la lucha contra el fascismo. Lo peor
de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba no había ocurrido todavía
en abril de 1961. Cuando no se resignó al desenlace de Girón, vino la
Crisis de Octubre. El bloqueo, la asfixia económica, los ataques piratas
y los atentados se multiplicaron. Pero los planes de asesinato y otros
hechos sangrientos comenzaron bajo la administración de Eisenhower y
Nixon.
No nos habríamos negado después de la Crisis de Octubre a conversar
con Kennedy, ni habríamos dejado de ser revolucionarios y radicales en
nuestra lucha por el socialismo. Cuba no habría roto nunca sus
relaciones con la URSS, como se nos exigía. Tal vez una verdadera
conciencia de los gobernantes norteamericanos sobre lo que significa una
contienda bélica con armas de exterminio masivo habría puesto fin antes
y de otra forma a la guerra fría. Al menos podíamos pensar así
entonces, cuando no se hablaba del calentamiento del planeta, los
desequilibrios rotos, el colosal gasto de hidrocarburos y las
sofisticadas armas que la tecnología ha creado, como ya les dije a los
jóvenes cubanos. Habríamos dispuesto de mucho más tiempo para alcanzar a
través de la ciencia y la conciencia lo que hoy estamos obligados a
realizar con toda premura.
Ford decidió nombrar una Comisión para investigar a la Agencia
Central de Inteligencia. “No queremos destruir sino preservar la CIA”,
dijo.
Como consecuencia de las investigaciones de la Comisión dirigida por
el senador Frank Church, el presidente Ford aprobó la orden ejecutiva
por la que prohibió expresamente la participación de funcionarios
norteamericanos en el asesinato de líderes extranjeros.
Los documentos publicados ahora recogen elementos sobre la
vinculación CIA?-mafia para asesinarme.
También se revelan detalles sobre la operación Caos, desarrollada
desde 1969 durante al menos siete años, para la cual la CIA creó un
escuadrón especial con la misión de infiltrarse en grupos pacifistas e
investigar “las actividades internacionales de radicales y militantes
negros”. La Agencia compiló más de 300.000 nombres de ciudadanos y
organizaciones norteamericanas y extensos archivos de 7.200 personas.
Según The New York Times, el presidente Johnson estaba convencido de
que el movimiento norteamericano antiguerra estaba controlado y
financiado por gobiernos comunistas, y le ordenó a la CIA producir
evidencias.
Los documentos reconocen además que la CIA espió a varios periodistas
como Jack Anderson, artistas como Jane Fonda y John Lennon, y los
movimientos estudiantiles de la Universidad de Columbia. También
registró hogares y realizó ensayos con ciudadanos estadounidenses para
probar la reacción del ser humano a determinadas drogas.
El año 1973, en memorando dirigido a Colby, Walter Elder, quien había
sido asistente ejecutivo de John McCone, el director de la CIA a
principios de los años sesenta, informa de discusiones dentro de las
oficinas del jefe de la CIA que fueron grabadas y transcritas: “Sé que
cualquiera que haya trabajado en las oficinas del director estaba
preocupado por el hecho de que estas conversaciones en las oficinas y
por teléfono eran transcritas. Durante los años de McCone, había
micrófonos en sus oficinas regulares, la interna, el comedor, la oficina
en el edificio del Este, y su estudio en la casa, en la calle White
Haven. No sé si alguien estaría dispuesto a hablar de eso, pero la
información tiende a infiltrarse, y la Agencia de seguro que es
vulnerable en este caso”.
Las transcripciones secretas de los directores de la CIA podrían
contener gran cantidad de “joyas”. Ya los Archivos de Seguridad Nacional
están solicitando estas transcripciones.
Un memo aclara que la CIA tenía un proyecto denominado OFTEN que
recolectaba “información sobre drogas peligrosas de firmas
norteamericanas”, hasta que el programa fuera terminado en el otoño de
1972. En otro memo hay informes de que productores de drogas comerciales
le “habían pasado” a la CIA drogas “rechazadas debido a malos efectos
secundarios”.
Como parte del programa MKULTRA, la CIA le había introducido LSD y
otras drogas psico-activas a personas sin que estas lo supieran. De
acuerdo con otro documento en el archivo, Sydney Gottlieb, psiquiatra y
químico jefe del Programa de Control de Cerebro de la Agencia, es
supuestamente el responsable de haber propiciado el veneno que se iba a
utilizar en un intento de asesinato contra Patricio Lumumba.
Empleados de la CIA asignados a MHCHAOS ?la operación que llevó a
cabo la vigilancia contra los opositores norteamericanos a la guerra en
Viet Nam y otros disidentes políticos? expresaron “un alto grado de
resentimiento” por recibir la encomienda de llevar a cabo tales
misiones.
No obstante, hay una serie de asuntos interesantes que revelan estos
documentos, como es el alto nivel al que se tomaban las decisiones de
las acciones contra nuestro país.
La técnica usada ahora por la CIA para no ofrecer detalles no son las
desagradables tachaduras sino los espacios en blanco, a partir del uso
de la computación.
Para The New York Times, las largas secciones censuradas muestran que
la CIA aún no puede exponer todos los esqueletos de sus closets, y
muchas actividades desarrolladas en operaciones en el exterior,
revisadas años atrás por periodistas, investigadores congresionales y
una comisión presidencial, no están detalladas en los documentos.
Howard Osborn, el entonces Director de Seguridad de la CIA, hace un
resumen de las “joyas” compiladas por su oficina. Enumera ocho casos
?incluyendo el reclutamiento del gángster Johnny Roselli para el golpe
contra Fidel Castro?, pero tacharon el documento que está en el número 1
de la lista inicial de Osborn: dos páginas y media.
“La joya número 1 de las Oficinas de Seguridad de la CIA debe ser muy
buena, sobre todo cuando la segunda es la lista del programa de
asesinato de Castro por Roselli,” dijo Thomas Blanton, director de los
Archivos de Seguridad Nacional, que solicitó la desclasificación de “Las
joyas de la familia” hace 15 años bajo el Acta de Libertad de
Información.
Es notorio que la Administración que menos información ha
desclasificado en la historia de Estados Unidos, y que incluso inició un
proceso de reclasificación de información previamente desclasificada,
tome la decisión de hacer ahora estas revelaciones.
Considero que tal acción puede significar el intento de dar una
imagen de transparencia en los peores momentos de aceptación y
popularidad del gobierno, y al mismo tiempo dar a entender que estos
métodos pertenecen a otra época y ya no se usan. El general Hayden,
actual Director de la CIA, al anunciar la decisión, declaró: “Los
documentos ofrecen un vistazo hacia tiempos muy distintos y a una
Agencia muy diferente.”
De más está agregar que todo lo que aquí se describe se sigue
haciendo, sólo que de manera más brutal y alrededor de todo el planeta,
incluyendo el número creciente de acciones ilegales dentro de los
propios Estados Unidos.
The New York Times dijo que expertos de inteligencia consultados
expresaron que la revelación de los documentos es un intento de distraer
la atención sobre las recientes controversias y escándalos que rodean a
la CIA y a una administración que está viviendo los peores momentos de
su impopularidad.
La desclasificación también puede apuntar a mostrar, en los
preámbulos del proceso electoral, que las administraciones demócratas
fueron iguales o peores que la de Bush.
En las páginas que van de la 11 a la 15 del Memorando para el
Director la Agencia Central de Inteligencia, se lee:
“En agosto de 1960, el Sr. Richard M. Bissell se acercó al Coronel
Sheffield Edwards con el objetivo de determinar si la Oficina de
Seguridad tenía agentes que pudieran ayudar en una misión confidencial
que requería una acción al estilo gangsteril. El blanco de la misión era
Fidel Castro.
“Dada la extrema confidencialidad de la misión, sólo se dio a conocer
el proyecto a un pequeño grupo de personas. Se informó del proyecto al
Director de la Agencia Central de Inteligencia y este dio su
aprobación. El Coronel J. C. King, Jefe de la División del Hemisferio
Occidental, también fue informado, pero se ocultó deliberadamente todos
los detalles a todos los oficiales de la operación JMWAVE. Aunque
algunos oficiales de Comunicaciones (Commo) y de la División de
Servicios Técnicos (TSD) participaron en las fases iniciales de
planificación, no sabían cuál era el propósito de la misión.
“Robert A. Maheu fue contactado, se le informó en términos generales
acerca del proyecto, y se le pidió que valorara si podría lograr acceso
a los elementos gangsteriles como primer paso para lograr la meta
deseada.
“El Sr. Maheu informó que se había encontrado con un tal Johnny
Roselli en varias ocasiones mientras se encontraba de visita en Las
Vegas. Solamente lo conocía de manera informal por conducto de clientes,
pero se le había dado a entender que era un miembro de alta jerarquía
del ‘sindicato’ y que controlaba todas las máquinas de hacer hielo en La
Franja. A juicio de Maheu, si Roselli era en efecto un miembro del
clan, indudablemente tenía conexiones que lo llevarían al negocio de los
juegos en Cuba
“Se le pidió a Maheu que se acercara a Roselli, quien sabía que Maheu
era un ejecutivo de relaciones personales que atendía las cuentas
nacionales y extranjeras, y le dijera que recientemente lo había
contratado un cliente que representaba a varias firmas internacionales
de negocios que estaban sufriendo enormes pérdidas financieras en Cuba
como resultado de la acción de Castro. Estaban convencidos de que la
eliminación de Castro era la solución a su problema y que estaban
dispuestos a pagar 150.000 dólares para lograrlo exitosamente. Debía
dejarse claro a Roselli que el Gobierno de los Estados Unidos no
conocía, ni debía conocer, esta operación.
“Esto se le planteó a Roselli el 14 de septiembre de 1960 en el
Hilton Plaza Hotel de la Ciudad de Nueva York. Su reacción inicial fue
evitar verse involucrado pero, con la labor de persuasión de Maheu,
accedió a presentárselo a un amigo, Sam Gold, quien conocía a la ‘gente
cubana’. Roselli dejó claro que no quería ningún dinero por su parte en
esto, y creía que Sam haría lo mismo. A ninguna de estas personas jamás
se les pagó con fondos de la Agencia.
“Durante la semana del 25 de septiembre, Maheu fue presentado a Sam,
quien se encontraba alojado en el Fontainebleau Hotel de Miami Beach. No
fue hasta varias semanas después de su encuentro con Sam y Joe ?quien
le fue presentado como correo que operaba entre la Habana y Miami? que
vio fotografías de estas dos personas en el suplemento dominical de
Parade. Se les identificaba como Momo Salvatore Giancana y Santos
Trafficante, respectivamente. Ambos figuraban en la lista del Fiscal
General de los diez hombres más buscados. El primero estaba descrito
como el cacique de la Cosa Nostra en Chicago y sucesor de Al Capone, y
el otro, como el jefe de las operaciones cubanas de la Cosa Nostra.
Maheu llamó inmediatamente a esta oficina tras conocer esta información.
“Al analizar los posibles métodos para cumplir esta misión, Sam
sugirió que ellos no recurrieran a armas de fuego sino que, si a él se
le pudiese facilitar algún tipo de píldora potente, que pudiera echarse
en la comida o la bebida de Castro, sería una operación mucho más
efectiva. Sam indicó que él tenía un posible candidato en la persona de
Juan Orta, funcionario cubano que había estado recibiendo pagos como
soborno de los negocios del juego, y quien aún tenía acceso a Castro y
estaba en un aprieto financiero.
“A la TSD (División de Servicios Técnicos) se le solicitó que
produjera 6 píldoras con un alto contenido letal.
“Joe le entregó las píldoras a Orta. Después de varias semanas de
intentos, Orta al parecer se acobardó y pidió lo sacaran de la misión.
Él sugirió a otro candidato que realizó varios intentos sin éxito.”
Todo lo dicho en los numerosos párrafos anteriores está entre
comillas. Observen bien los lectores qué métodos estaba aplicando ya
Estados Unidos para gobernar al mundo.
Recuerdo que durante los primeros años de la Revolución en las
oficinas del Instituto Nacional de la Reforma Agraria trabajaba conmigo
un hombre de apellido Orta, procedente de las fuerzas políticas
antibatistianas. Se le veía respetuoso y serio. No puede ser otro.
Pasaron los decenios, y por el informe de la CIA veo de nuevo ese
nombre. No tengo a mano elementos de juicio para comprobar de inmediato
qué fue de él. Pido excusas si ofendo involuntariamente a cualquier
familiar o descendiente, tenga o no culpa la persona mencionada.
El imperio ha creado una verdadera máquina de matar constituida no
sólo por la CIA y sus métodos. Bush ha instrumentado poderosas y
costosas superestructuras de inteligencia y seguridad, y ha convertido a
todas las fuerzas de aire, mar y tierra en instrumentos de poder
mundial que llevan la guerra, la injusticia, el hambre y la muerte a
cualquier parte del planeta, para educar a sus habitantes en el
ejercicio de la democracia y la libertad. El pueblo norteamericano toma
cada vez más conciencia de esta realidad.
“No es posible engañar a todo el pueblo todo el tiempo”, dijo
Lincoln.
Fidel Castro Ruz
30 de junio del 20076:45 p.m.
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