Todas las noches, exactamente a las nueve, durante una ceremonia nacida en tiempos de antaño, se dispara una salva desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, en la ciudad de La Habana.
El tradicional Cañonazo de las Nueve tuvo sus inicios en el siglo XVIII, cuando desde la Fortaleza tiraban una salva a las seis de la mañana para anunciar la apertura de las puertas de la ciudad, y otra a las nueve de la noche, cuando las cerraban.
Por aquellos tiempos, la pequeña capital estaba rodeada por una muralla que definía sus límites; de aquella obra quedan algunos tramos en La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad.
El Cañonazo reúne cada noche a cientos de turistas nacionales y extranjeros para presenciar el disparo de salva.
Ese espectáculo tiene como escenario la Batería de Ceremonia de la Fortaleza y es ejecutado por jóvenes del Servicio Militar, vestidos con uniformes similares a los utilizados por el cuerpo de oficiales y soldados durante el reinado de Carlos III.
Aquel monarca mandó a construir el lugar, convertido entonces en la mayor fortificación militar de España en América.
La génesis de la tradición se remonta a una reglamentación del siglo XVI, que regía las actividades militares en los cuarteles, en la cual se ordenaba disparar un cañonazo a las 4 y 30 de la madrugada y otro de retreta a las ocho de la noche.
Esporádicamente se sentía el que indicaba la entrada del correo marítimo; dichos disparos se hacían desde un buque anclado en la entrada de la Bahía.
El complejo sistema defensivo que alcanza la ciudad posteriormente, asume el disparo para anunciar a los vecinos el momento de cerrar o abrir las puertas de la muralla o la colocación de la cadena que interceptaba la entrada del puerto.
Durante el periodo comprendido entre 1942 y l945, en plena Guerra Mundial, el gobierno prohibió el disparo del cañonazo porque los submarinos alemanes podían captar la ubicación de la Bahía.
Pero el reclamo popular obligó a que, una vez terminada la contienda bélica, se restituyera la tradición.
Es muy común por estos días escuchar decir a algún cubano, jaranero por naturaleza, que cuando mantiene vitalidad y buen estado de salud, está como el cañonazo de las nueve .
Por esas razones y apelando a una tradición de más de 200 años, él o ella -sin dejar lugar a dudas- no falla en cuestiones de amor.
(Con información de Prensa Latina)
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