13 Noviembre 2012
Desde siempre, Argentina y Uruguay
pelean por el origen del cantante de tangos más famoso e icono de la
cultura rioplatense, Carlos Gardel. Los uruguayos juran que nació en
Tacuarembó, en el centro de su país. Los argentinos dicen que era de
Toulouse (Francia).
De lo que no cabe duda es de que se crió en Argentina. La pregunta que
muchos se hacen es por qué tantas dudas sobre su origen.
Un grupo de investigadores argentinos las atribuyen a una deliberada
intención del cantante y actor de cine de borrar de su historia un
supuesto pasado de joven estafador, según publicó ayer el periódico
porteño Página/12.
Siempre había corrido el rumor de que Gardel había incurrido en
delitos antes de convertirse en la gran voz del tango de principios del
siglo XX. Se decía que incluso había estado preso por poco tiempo en la
cárcel de Ushuahia, la ciudad más sureña de Argentina, donde existía una
suerte de Alcatraz sudamericano. Pero no había pruebas de nada de esto.
Ahora, dos investigadores forenses, Raúl Torre y Juan José Fenoglio,
ha confirmado que las huellas dactilares que dejó Gardel en 1923 en un
expediente ante el consulado de Uruguay en Buenos Aires
para pedir el pasaporte de ese país y así poder ir de gira al exterior
coinciden con las de una copia de un presunto informe de antecedentes
policiales de 1915.
En ese expediente se definía al “pibe Carlitos” como un “estafador
por medio del cuento del tío”. El cuento del tío era un engaño bastante
usado en la Argentina de principios del siglo XX y consistía en que el
timador entrase a un bar de Buenos Aires y le contase a un comensal que
había recibido una herencia en una provincia lejana. La víctima de la
estafa le prestaba dinero al embustero, al que nunca más volvía a ver.
Torre y Fenoglio investigaron durante 14 años documentos sobre Gardel
y detectaron también sus huellas en otro expediente que la Policía le
había abierto por fugarse de su hogar en 1904. El Zorzal Criollo tenía
entonces 14 años. En ese documento se identificaba al adolescente como
Carlos Gardez, nacido en Toulouse, y solo se nombraba a su madre, Berta
Gardez. En 1915, en la copia del informe policial que hace pocos días
encontró la compositora de tangos e investigadora Martina Iñíguez, y que
refiere al pasado de estafador, se le mencionaba con su apellido
correcto, pero se decía que tenía un padre reconocido, también llamado
Carlos Gardel, alguien que jamás existió, y que era oriundo de La Plata.
En 1923, cuando ya era un famoso cantante, se presentó en el
consulado de Uruguay con dos testigos de ese país para decir que había
nacido en Tacuarembó en 1887, hijo de Carlos y Berta Gardel. Diez años
después, dos antes de su muerte en un accidente de avión en Medellín (Colombia),
el músico redactó su testamento en el que se definió así: “Soy francés,
nacido en Toulouse el 11 de diciembre de 1890 y soy hijo de Berthe
Gardés. Hago constar expresamente que mi verdadero nombre y apellido son
Carlos Romualdo Gardel”.
“Tanto cambio de identidad me hace pensar en lo mucho que pesó aquel
expediente de estafador”, explicó el forense Torre. Se supone que Gardel
no podía permitir que se conociera su pasado delictivo porque
arruinaría su carrera. Según los investigadores, Gardel logró en 1922
que el entonces presidente de Argentina, Marcelo de Alvear, ordenara a
la Policía que destruyera los documentos sobre los antecedentes penales
del cantante.
Hasta ahora, la historia contaba que los cambios de identidad de
Gardel habían obedecido a su intención de evitar que Francia lo enrolara
en sus fuerzas militares para combatir en la Primera Guerra Mundial.
Pero los forenses Torre y Fenoglio recuerdan que los países europeos no
perseguían a sus ciudadanos por Sudamérica para incorporarlos a sus
filas.
Un dato curioso surge de algunas de las primeras composiciones
cantadas por Gardel. Su autor era Andrés Cepeda, al que le llamaban “el
poeta de la prisión”, porque pasó muchos años preso y terminó muriendo
en una pelea. Según Torre, también Cepeda figura como estafador en la
modalidad de “cuento del tío”. Todo hace pensar que ambos compartieron
correrías.
(Con información de El País)
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