sábado, 10 de septiembre de 2011

ADICCIÓN A LA JUERGA DEL FIN DE SEMANA


Autor: Martín Nizama-Valladolid*

Es la necesidad compulsiva de salir a divertirse sin control todos los fines de semana a lugares, fiestas o reuniones habituales en compañía del círculo de amigos conocidos o desconocidos para los familiares; principalmente durante la noche y con frecuencia hasta el día siguiente. Este síndrome presenta las siguientes manifestaciones:

·     Invención de múltiples excusas o pretextos para salir a divertirse el fin de semana en compañía del círculo de amigos adictos al desenfreno social. Es más frecuente en jóvenes sin motivación para triunfar, que viven aburridos el día a día y sin un proyecto de vida a realizar.
·     Conflictos reiterados con la familia por oponerse al exceso de salidas, juergas o amanecidas, para llenar el vacío espiritual y cesar el aburrimiento, evadiendo a la familia. 
·     Frecuentemente la familia, inconsciente del problema, apoya dichas salidas. Luego, el libertino la manipula, la domina  y abusa de ella. Finalmente, él se adueña de la situación y asume el poder en perjuicio de la familia.
·     Tensión familiar los fines de semana por la previsible salida o escape de uno o más de sus miembros adictos a la juerga.
·     Desvelo de la familia esperando el regreso a casa de uno o más de los integrantes esclavizados al placer de la vida noctámbula.
·     Inquietud, insomnio e irritabilidad del juerguero enfurecido porque no lo dejan salir: angustiado.
·     Pensamiento poseído por el escenario de diversión y su círculo de amigos. Se moviliza de un lado a otro de su casa vociferando cual “diablo enjaulado”.
·     Manifiesta estar estresado y que necesita relajarse, que nunca lo dejaron divertirse, que si ahora no lo hace “¿cuándo lo voy a hacer?”: dice estar aburrido en su domicilio.
·     Amigotes lo llaman por teléfono o lo buscan incansablemente desde el jueves o viernes.
·     Mentiras o coartadas para salir a la calle burlando la alerta familiar, sin importarle nada.
·     Salida rauda o escape a escondidas, arriesgando la propia vida si no le dan permiso: fuga.
·     Pasa directamente de su centro de estudios o centro laboral a las fiestas, peñas o encerronas sin llegar a su domicilio.
·     Retorno en estado de ebriedad en la madrugada, de amanecida o a avanzadas horas del día siguiente.
·     Regresa con expresión facial furiosa para evitar el regaño familiar: “carota”.
·     Ingreso subrepticio al hogar o uso del soborno (regalos, comida, ropa) para atenuar su falta y de esta manera evitar la amonestación familiar.
·     Reacción violenta o furiosa cuando se le amonesta por sus incesantes salidas: “no me comprenden”.
·     Duerme todo el día luego de la trasnochada.
·     Lleva doble vida. Mentiras sistemáticas de lo que hace fuera del hogar el fin de semana.
·     Muestra desinterés académico, bajo rendimiento, aburrimiento y abandono de los estudios.
·     Derroche de dinero. Dilapida el sueldo, propinas o ahorros. Irresponsable en extremo.
·     Si es estudiante pide dinero con el pretexto que lo necesita para material de trabajo o textos.
·     Continuos endeudamientos, venta de bienes personales o familiares para solventar sus fiestas, viajes por fines de semana largos, campamentos, playas, conciertos o discotecas.
·     Los días de juerga se incrementan progresivamente e incluyen días laborales de la semana: “se va de boleto desde el jueves hasta el lunes”. 
·     Consumo excesivo de licor, tabaco, cocaína, éxtasis, marihuana, etc. qué él niega cínicamente, encolerizándose.  Afirma que lo calumnian.
·     Maneja vehículos en estado de intoxicación, sea por drogas legales o ilegales, exponiéndose temerariamente a accidentes de tránsito, con graves secuelas físicas o pérdida de su vida.
·     Asume que es su vida, que nadie tiene derecho a interferir en ella. Apaga el celular o no contesta llamadas a fin de no ser ubicado por los familiares e ignoren lo que está haciendo.
·     Insensible e inconsciente de la preocupación familiar motivada por su vida libérrima y disoluta.

Alternativas
Es responsabilidad de la familia iniciar acciones en previsión de la aparición de este síndrome mórbido entre sus miembros, que puede conducir a la persona a adquirir la enfermedad adictiva.

I. Promoción de la Salud Espiritual
·     Desarrollar espiritualidad plena en el seno familiar.
·     Hacer vida familiar con amor.
·     Ejercer autoridad en el hogar.
·     Ofertar paradigmas familiares, educando con el buen ejemplo.
·     Estimular la actitud  proactiva y triunfadora  en aras de la felicidad.
·     Orientar a los familiares en la resolución de problemas personales y toma de decisiones.
·     Modificar conductas inadecuadas previa comprensión de las faltas cometidas.

II. Prevención
·     Ejercer control racional de la vida de los familiares fuera del hogar.
·     Establecer  responsabilidades en el hogar, horarios de juego, esparcimiento y salidas a reuniones.
·     Realizar esparcimiento sano los fines de semana involucrando a toda la familia.
·     Conocer las amistades y el entorno social de los miembros de la familia.
·     Priorizar la comunicación humana auténtica sobre la comunicación electrónica, apagando los equipos en los momentos de encuentro familiar.
·     Suprimir la sobreprotección, rigidez, represión familiar y el libertinaje de los hijos.
·     Erradicar toda forma de maltrato verbal y no verbal, principalmente el castigo físico.
·     Priorizar los vínculos afectivos y espirituales sobre los premios materiales o hedonistas.

III. Manejo Familiar
·     Indagar lo que hace el familiar sospechoso en su otra vida (la oculta).
·     Dejar de ser “ciegos” y afrontar el problema del exceso de salidas con determinación.
·     Ignorar la victimización del juerguero.
·     Reconocer que él puede estar al comienzo de  una enfermedad adictiva.
·     Suprimir la logística del desenfreno hedonista: suministro de dinero, tarjetas de crédito, vehículos, equipos electrónicos, uso de departamentos y libre disponibilidad del bar.
·     Buscar ayuda médica especializada en salud mental.
·     Comprometer a toda la familia en la recuperación de la normalidad de la vida familiar.
·     Evitar situaciones y escenarios tentadores que comprometan su recuperación.
 
Lima, 14 de Agosto del 2011


*Médico Psiquiatra. Experto en Adicciones. Doctor en Medicina. Prof. Principal de los Departamentos Académicos de Psiquiatría de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Asistente de la Dirección de Adicciones del Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado-Hideyo Noguchi”. Torre de Consultorios Angloamericana. Consultorio 303. Alfredo Salazar 314. San Isidro. Telef. 4219939 anexos 430 ó 433 (a partir de las 4 pm.). Celular 999851684 Director de la Clínica Nizama, especializada en Adicciones.  E-mail: maniva@terra.com.pe

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