jueves, 23 de septiembre de 2010

JULIO CARMONA: PPK HA LEVANTADO EL VELO DE LA PROSTITUCION POLITICA EN EL PERU

Por: JULIO CARMONA
Cuántas veces hemos escuchado decir que la prostitución es la profesión más antigua del mundo. Y es un aforismo ligado, más que nada, al comercio carnal femenino. Recién en los últimos tiempos se ha extendido a los hombres y a la niñez, como una muestra del proceso degenerativo de la sociedad “moderna”. Pero es un comercio que no se percibía actuante en otras esferas de la vida cotidiana.
Las declaraciones del ex ministro de varios gobiernos pasados del Perú, Pedro Pablo Kucinsky, relacionadas con las supuestas aprehensiones de los grandes consorcios internacionales porque, supuestamente, ven peligrar sus intereses con el posible triunfo de Susana Villarán a la alcaldía de Lima, han puesto en evidencia dos aspectos de una misma aberración: el chantaje y la sumisión de los involucrados en el acto prostituto, es decir el comercio indecente regido por la transacción monetaria.
¿No que el Perú era un país independiente?
En el caso de las prostitutas carnales, es el chulo, el caficho, el proxeneta, quien las chantajea con masacrarlas o quitarles su “protección” si no se someten a sus designios. PPK ha convertido en eso a las autoridades peruanas, pues, según él, los clientes (las transnacionales que gozan llevándose nuestras riquezas no renovables) ya advirtieron que, si no cuidan bien al tipo de autoridades que signifiquen seguridad para ellas, el Perú va a caer en desgracia respecto a sus inversiones. De paso, pues, PPK ha convertido al Perú en la prostituta que se vende a sus mejores clientes, pero con la anuencia de sus cafichos, que le exigen “votar bien”, a favor de quien garantice seguridad para esos clientes.
Y se ve a las claras que esas grandes transnacionales, ante las cuales se prosterna PPK (y miran con preocupación los gobernantes), están chantajeando –de la manera más ostensible– al Perú. ¿No que el Perú era un país independiente, con soberanía inalienable, y con dignidad a toda prueba? Y resulta que quienes están llamados a defender esas independencia, soberanía y dignidad, se ponen a temblar porque las grandes transnacionales se inmiscuyen –de la manera más abyecta imaginable– en sus asuntos políticos que, se supone, son de exclusivo manejo interno.
Si ya está mal que esas transnacionales vengan a hacer tratos anticipados con candidatos todavía no elegidos para adelantar futuros negociados; si, igualmente, es repudiable que existan lobistas encargándose de ajustar esos negociados con las autoridades ya elegidas, ya el colmo del oprobio, la afrenta, la deshonra, es que se nos haga ver que hemos llegado al más rastrero nivel de la prostitución política.

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