Hace apenas un par de meses, el astronauta japonés Soichi Noguchi ponía los dientes largos a todos los aficionados a la astronaútica, cada vez que twitteaba desde la Estación Espacial Internacional alguna de las fantásticas fotografías que tomaba desde su privilegiada atalaya. ¡Pero no todo iba a ser tan bonito en la vida de un astronauta!
Por Miguel Artime.
El nipón zarpó hacia la ISS desde Baikonur el 21 de diciembre de 2009, y regresó a Tierra el 2 de junio de este año. Eso significa que permaneció más de 5 meses en ausencia de gravedad, y eso, a su tono muscular (como al de cualquier otro astronauta) le ha sentado fatal.
Un reciente estudio realizado por el biólogo de la Universidad Marquette, Robert Fitts, afirma que un astronauta que pase 6 meses a bordo de la Estación Espacial Internacional regresa con un nivel de debilidad muscular equivalente al tono de un anciano de 80 años.
Es el primer estudio que implica hacer biopsias musculares a astronautas que han permanecido en el espacio durante estancias prolongadas. Empleó a 9 sujetos de estudio, todos ellos (astronautas rusos y estadounidenses) pasaron 6 meses en la ISS entre el 2002 y el 2005, y las biopsias realizadas en los músculos de las pantorrillas, se tomaron inmediatamente después de regresar a Tierra.
Estudiando estas muestras los investigadores descubrieron que los astronautas habían perdido más del 40% de las fibras musculares de contracción lenta en sus pantorrillas. Estos músculos son cruciales para mantener el equilibrio y la postura cuando caminamos, y parecen ser especialmente sensibles a los estragos de la ingravidez. Y eso que dedican entre una y dos horas diarias a hacer ejercicio mientras están en el espacio.
Obviamente, el tono muscular se recupera después de varios meses de ejercicio en la Tierra, pero este es un mal dato de cara a las futuras misiones espaciales tripuladas, ya que si pretendemos ir a Marte o a visitar asteroides, tendremos que pasar un tiempo prolongado ahí arriba.
Y eso no es lo único que preocupa a los científicos. Imaginaos que los astronautas tuvieran que regresar aceleradamente a Tierra y aterrizasen en un lugar despoblado. Imaginaos luego que tuvieran que abandonar a toda prisa el módulo de emergencia... digamos que por peligro de incendio. ¿Estarían listos para salir corriendo después de tanto tiempo en ingravidez?
Fitts lo duda seriamente tal y como afirma en una reciente entrevista, pero cree que aunque el desgaste muscular es inevitable, se podrían atenuar sus estragos con el equipo de gimnasia correcto.
Está claro que las gomas de estiramiento, las bicicletas estáticas y las cintas para correr que existen a bordo del laboratorio espacial no funcionan todo lo bien que deberían, por lo que la NASA espera tener lista muy pronto una nueva máquina de ejercicios que mejore a las anteriores.
Y no solo es cuestión de ejercicio: tal como opina Fitts, los astronautas necesitan comer más. La ingesta calórica no coincide con la demanda, así que los astronautas tendrían que ingerir más alimento poco antes de hacer ejercicio para así ganar masa muscular.
Pero al parecer el apetito de los astronautas disminuye en órbita a causa de las preocupaciones constantes por su trabajo. Si necesitas realizar constantes paseos espaciales, e ir turnándote con tus colegas en las labores para reparar una bomba de refrigerante rota que está haciendo subir la temperatura del laboratorio "achicharrándote", es lógico que comer sea una de tus últimas preocupaciones.
Así, no es de extrañar que Fitts aconseje a los astronautas lo que nuestros médicos de toda la vida llevan años diciendo: para estar sano hace falta buena alimentación, poco estrés y ejercicio adecuado (también en el espacio).
El trabajo de Fitts, financiado por la NASA, aparecerá publicado en la edición online de septiembre de la revista científica The Journal of Physiology.
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